10 jul 2012

La letra pequeña del contrato


Cansado de leer entre líneas y de largos contratos absurdos, que sólo habían conseguido marearlo y perderlo en un laberíntico juego de palabras, le soltó a la secretaria con una sonrisa de medio lado:

-          “¿Qué dice el contrato sobre los seguros de vida en cuanto me sorprenda un ataque al corazón y no pueda siquiera respirar para pedir ayuda? ¿Se entenderá como un simple suidicio porque no he podido socorrerme o simplemente dejarán mi caso archivado?”

Y es que esa sonrisa escondía también una pícara retórica de complicidad, que iba acercándose al escote de la muchacha entre aceleraciones cardíacas. Por momentos la conversación se referería al contrato, a la letra pequeña que debía leer sin ganas, y que le alejaban de los jóvenes pechos que querían saltar por entre la camisa. “¿Firmo aquí?” –se aventuraba a provocar-. Y en este diálogo navegaban, parloteando sobre un clausulado absurdo y retórico, entre risas y miradas. Pretendían perder el tiempo llenándose los labios de palabrejas que no entienden de sentimientos del amor. “No, por favor –respondió con dulzura- ruego revise usted antes la cláusula veintiunopuntobis, puesto que le advierte que en los seguros de vida y los del corazón no existe un contrato a seguir. Sólo se entiende por contrato lo que es ajeno al amor.”

Fresitasconchocolatepuntocom

No hay comentarios: